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Dios ve a la mujer virtuosa como una realidad en ti. El te valora como nadie nunca lo ha hecho y como nadie jamás lo hará. No, no estoy tratando de ayudarte a mejorar tu auto-estima ó hacerte sentir bien; estoy declarando la verdad eterna que tu Padre Celestial establece acerca de ti. Precisamente esto fue algo que tuve que aprender y atreverme a reconocer: Que mi valor está determinado únicamente por el rescate pagado por mí en la cruz. Si, era difícil visualizarme en la dimensión de ese precio y estar de acuerdo con Dios en que no existe para Él, alguien más importante sobre su creación, que yo. Dios dice que la estima de la mujer virtuosa sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas (Prov. 31:10) sin embargo, muchas veces nos encontramos saturados de opiniones que nuestros padres, cónyuge, hijos, hermanos, amistades, o las circunstancias han dictaminado acerca de nosotros. Estas ideas nos han incitado a pensar que ha ocurrido una “devaluación” en nuestro interior, y mucho más, nos han convencido de que nuestro valor se ha deteriorado, y por lo tanto no merecemos semejante posición.
En este sentido, para Dios nuestro valor es algo inconmovible que no radica en la calidad de nuestras acciones; muy por el contrario, en nuestros pensamientos nuestra estima es una variable sujeta a las condiciones en las cuales nos desarrollamos. ¡Vaya discrepancia entre los pensamientos de Dios y los nuestros! Es aquí donde se encuentra la clave para activar el desarrollo de la mujer superlativa en tu ser. Se necesita «una nueva mente» para pensar como el Padre Celestial lo hace y poder estimarnos desde su perspectiva. Si te sorprende esta respuesta, démosle un vistazo a lo que Dios dice que nos ha dado: “Mas nosotros tenemos la mente de Cristo”. (2ª. Corintios 2:16) Como hijas de Dios poseemos este maravilloso recurso para el desarrollo de la mujer virtuosa que Él ha sembrado en nuestro ser. ¿Cómo hacemos uso de él? Esto es precisamente lo que veremos a continuación.